«Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: Yo mato para robar.»
Eduardo Galeano
Desde el 24 de febrero la atención mundial está puesta en
Ucrania. Pero hay otras guerras en el mundo. Según la escuela de la paz de Cataluña hay 18 conflictos de
alta y mediana intensidad
Camerun, Etiopía, Yemen, Myanmar, Siria, Malí, Níger,
Burkina Faso, Somalia, Congo, Mozambique, Afganistán, Uganda son algunos puntos
del planeta donde también hay conflictos armados.
Afganistán: el gobierno de Estados Unidos invadió el país
alegando que los talibanes estaban detrás de los ataques del 11-S. Tras 20 años
de intensos combates y miles de muertos, los talibanes volvieron al poder en
agosto de 2021. El nivel de violencia ha disminuido en el país, pero las ONG
ahora advierten que Afganistán se enfrentará una de las crisis humanitarias más
graves que jamás haya visto debido a las sanciones y el aislamiento impuestos
por gran parte del mundo.
Hay grupos yihadistas que intentan dominar diferentes
regiones de varios países, como Malí, Níger, Burkina Faso, Somalia, y
Mozambique.
Congo: Explicar el conflicto en el Congo no es fácil: hay
muchas causas y causalidades. Este país es uno de los más ricos del mundo, pero
la mayoría de la población vive en la miseria.La expectativa de vida no llega a
los 50 años.
El Congo tiene una abundante riqueza mineral. Posee más del
70% del coltan mundial. También tiene el 30% de las reservas mundiales de
diamantes; vastos depósitos de cobalto, cobre, bauxita, gas, petróleo, y
también uranio. Pese a esto, la inmensa mayoría de los congoleños vive en la
miseria, lo que explica la naturaleza del conflicto.
Sin embargo, el saqueo que sufre el Congo no es de ahora,
lleva siglos, desde finales del año 1400 con el tráfico de esclavos a Europa y
luego hacia América latina, Brasil y Uruguay: la mayoría de los
afrodescendientes uruguayos provienen del Congo, pasando por el uso de patio
trasero que hizo Bélgica.
Del Congo se extrajo el uranio que activó las bombas
arrojadas por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki. Este país hace casi 60
años que se vive en estado de guerra, pero desde agosto de 1998 se desarrolla
un silencioso genocidio por la pugna entre las etnias tutsi y hutu, acicateadas
por oscuros intereses. Esta guerra formalmente termino en el año 2003, con un
gobierno de transición, ratificado por las elecciones del año 2006, que mantuvo
en el poder a Joseph Kabila, hijo del Laurent Desiree Kabila, asesinado en el
año 2001.
Sin embargo, el conflicto continua. Es el más sangriento
desde la segunda guerra mundial: entre muertos directos e indirectos suma unos
cuatro millones, además de más de un millón de desplazados.
Y en medio del caos que siempre produce la guerra hay
quienes calladamente se benefician; China es ejemplo. Las empresas de ese país
aprovechan la incapacidad gubernamental y a cambio de alguna obra de
infraestructura se llevan una montaña, que seguro esconde en su seno algún
tesoro: coltan, oro o diamantes.
Este sanguinario conflicto se lo conoce como la guerra del
coltan, ya que el proceso se inicia en el Congo con la extracción ilegal del
mineral, que se hace con trabajo casi esclavo para que rinda mucho más desde el
punto de vista económico. Luego es trasladado, también ilegalmente, al país
vecino, Rwanda, que, a pesar de no ser productor de coltan, es uno de los
principales exportadores del mundo.
En Rwanda se inicia un circuito de exportación, ahora legal,
que traslada este mineral a los países de la ex Unión Soviética: Ucrania,
Kazajstán, Bielorrusia, Rusia, donde es procesado.
Posteriormente viaja a otros países, como Malasia, China,
India, Corea del sur, donde el mineral es transformado en microchips y luego va
a Japón, Estados Unidos o los países nórdicos, donde están las sedes de las
multinacionales de la electrónica, donde se los incorpora a los aparatos de
alta tecnología. Y de allí, directo a nuestras manos.
Siria: en guerra contra el régimen del presidente Bashar al
Asad en 2011 una guerra civil a gran escala. El conflicto lleva más de 380.000
muertos, ha arrasado ciudades e involucrado a otros países. Más de 200.000
personas están desaparecidas. La guerra ha disminuido en intensidad, ya que el
presidente logró dominar gran parte del país. Aunque aún hay resistencia en
muchas zonas de Siria, y los observadores internacionales creen que el
conflicto no está cerca de terminar.
Myanmar: otra región que ha registrado tensiones políticas y
étnicas desde hace años, y muchos analistas creen que el país se encuentra en
medio de una guerra civil. Los militares de Ejército dieron un golpe de Estado
y tomaron el control del país el 1 de febrero de 2021, después de unas
elecciones generales que ganó por amplia margen la líder Aung San Suu Kyi. La
ONG International Rescue Committee cree que hay 220.000 personas desplazadas
desde 2021. Y más de 14 millones de personas (más del 25% de la población del
país) necesitan algún tipo de ayuda humanitaria. Se cree que más de 10.000
personas murieron por el conflicto desde febrero del año pasado.
Yemen: el conflicto tiene sus raíces en el fracaso de un
proceso político que se suponía traería estabilidad a Yemen después de la
Revolución Yemení de 2011, que fue parte de la Primavera Árabe, que obligó al
presidente autoritario de larga data Alí Abdalá Salé a entregar el poder a su
vicepresidente, Abd Rabbuh Mansur Hadi. Los analistas esperaban que la guerra
durara unas pocas semanas, pero lleva ya ocho años y en los últimos hubo una
escalada de violencia. Irán y Arabia Saudita, han estado involucrados en el
conflicto. La coalición recibió apoyo logístico y de inteligencia de Estados
Unidos, Reino Unido y Francia.
Camerún: En el origen del conflicto está un solo elemento: el agua. El calentamiento global es ya una auténtica realidad en esta región del Sahel, donde las temperaturas están subiendo 1,5 veces más rápido que la media mundial y donde la ONU estima que el 80% de las tierras agrícolas están degradadas.
Los pastores árabes choa y los pescadores y
agricultores de Mousgoum se enfrentan por el control de los escasos recursos
hídricos del territorio. Desde el mes de agosto, 19 aldeas han sido incendiadas
y otras 40 han sido abandonadas por sus asustados habitantes, en un conflicto
civil que ya ha causado 45 muertes y 74 heridos.
Etiopía: el conflicto estalló en noviembre de 2020, es uno
de los más brutales del mundo actual, con informes de asesinatos de civiles y
violaciones masivas, según Amnistía Internacional. Hay 900.000 personas
muriendo de hambre, según estimaciones del gobierno de Estados Unidos. Los
rebeldes que luchan en el país dicen que más de 9 millones de etíopes necesitan
algún tipo de ayuda alimentaria. El origen de todo una disputa entre diferentes
etnias que llevan casi 30 años intentando convivir. Desde 1994, Etiopía tiene un
sistema de gobierno federal, a veces llamado federalismo étnico, en el que cada
una de las diez regiones del país está controlada por diferentes grupos
étnicos.
La región más preocupante es Tigray, controlada por un
partido político llamado Frente Popular de Liberación, que lideraba una
coalición de cuatro partidos que gobernó Etiopía desde 1991. El político Abiy
Ahmed Ali se convirtió en primer ministro y destituyó a los principales líderes
gubernamentales acusados de corrupción y represión, poniendo fin a una disputa
territorial de larga data con Eritrea y recibió el Premio Nobel de la Paz en
2019.
Según datos de ACNUR, 45.449 personas refugiadas originarias
de la región etíope de Tigray han huido hacia Sudán; 96.000 personas refugiadas
originarias de Eritrea se encuentran en la Región de Tigray. Y los datos siguen
aumentando.
Ucrania: Partimos, por supuesto, de la incuestionable
responsabilidad del gobierno ruso en iniciar un conflicto bélico que está
causando miles de muertes, destrucción generalizada, desplazamientos masivos
con impactos globales. Nada justifica la invasión del territorio ucraniano,
menos aún bajo imaginarios reaccionarios y de vocación imperialista.
Ucrania es un enclave paradigmático a escala global. Además
de contar con un volumen significativo de gas, petróleo y uranio, atesora las
mayores reservas de litio y tierras raras de todo el continente europeo. Estos
últimos son minerales metálicos clave para la economía actual (teléfonos
móviles, turbinas eólicas, automóviles eléctricos, etc.), cuya demanda se ha
multiplicado exponencialmente dentro de un mercado mundial que controla China
en un 80%, y que ya da síntomas de saturación. Ucrania es considerada, a su
vez, no solo el granero de Europa, sino de un marco geográfico más amplio que
incluye el Norte de África y Oriente Próximo.
Ucrania evidentemente no es un conflicto local sino
internacional, activado desde hace tiempo por la actuación de todas las
potencias globales, las cuales atesoran su mayor o menor cuota de
responsabilidad en favorecer, azuzar e incluso fortalecer la espiral bélica
vigente.
Esta guerra podría terminar con algún acuerdo entre Rusia y Ucrania
o desembocar en la tercera guerra mundial con las principales potencias
nucleares involucradas (¡¡¡caramba nunca pensé que diría esto!!!